El poder en la época moderna

Enrique Solano Camón (Universidad de Zaragoza)
Razón de Estado, pensamiento e ideología
1902 Claves teóricas e instrumentos del Estado en la Edad Moderna Párrafos 1-5 de 5
Claves teóricas e instrumentos del Estado en la Edad Moderna
 
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     Como pone de manifiesto J. A. Maravall, el paso de la estructura político-feudal a la edad Moderna iba a suponer la traslación del poder de los diferentes sectores feudales al príncipe, como representante máximo del Estado, o conjunto de dominios que pasaba a gobernar. Pero para que esa traslación fuera posible hay que considerar, al menos, la conjunción de tres formas teóricas. En primer lugar, el renacimiento del Derecho romano, de nuevo perceptible  en la Europa del siglo XIII y que había difundido la idea de "príncipe absoluto"; un príncipe que concentra todos los poderes en su persona y cuya "voluntad" era ley. En segundo lugar, la normativa germánica, basada en la costumbre, gestora de la tradición feudal, cuya representación máxima estaba encarnada por el "Imperio" -poder temporal- y el "Papado" -poder espiritual-. Por último, en tercer lugar, la tradición escolástica medieval, renovada por la "neoescolástica", que derivaba la autoridad real de Dios, bien directamente bien indirectamente, a través de la Comunidad.
 
 
 
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     Desde la segunda mitad del siglo XV los emergentes Estados europeos pretenden reforzar su poder, mediante el control de los cuerpos sociales privilegiados (Nobleza e Iglesia), tratando de adecuarlos a las nuevas exigencias; intentan arrinconar a los órganos representativos de los distintos territorios que conforman el mismo; así como el control de a vida municipal -según su origen y pertenencia-, introduciendo personas afines al poder central dentro de las instituciones municipales como principal mecanismo de control. Del mismo modo, van a desarrollar y establecer nuevos medios para justificar sus fines y vertebrar su estructura. Así, con el fin de reafirmar su soberanía el monarca procurará convertir a su Consejo en la más alta autoridad del Estado por encima de las demás instituciones y, muy especialmente, de los órganos representativos que limitaban su poder. Una pretensión que tendría bastante éxito en el occidente europeo mientras que en otros lugares se iba a hacer patente la debilidad de los soberanos. Así mismo el monarca multiplicará los representantes del poder acrecentando un sistema funcionarial, en el que la burguesía procedente del tercer estado tenderá a ocupar un lugar destacado al lado de la nobleza. Vertebrará igualmente la estructura judicial y se erigirá en su máximo representante, mientras  que la conjunción de la Corona con los fundamentos teocráticos del poder, en los que ésta se apoyaba, generará instituciones y otras formas de poder paralelas. Al patrimonio real se agregarán, de un modo creciente, los recursos extraordinarios en forma de impuestos sobre las personas y los bienes,  las tasas sobre los intercambios, así como la intervención de los grandes capitalistas en las haciendas reales. El ejercicio de la actividad diplomática dentro y fuera de los Estados, por otra parte,  será creciente, mientras que paulatinamente se irá definiendo toda una administración de guerra.
 
 
 
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     Efectivamente, superada la larga crisis bajomedieval, coincidiendo con el afianzamiento en la construcción de los Estados europeos, se iniciaba la paulatina transformación de las diversas composiciones militares heredadas de la época medieval en ejércitos permanentes. Este fenómeno iría acompañado de significativos cambios en el arte militar. Así, con el predominio del combate a pie el número de soldados se tornaba ahora en factor primordial para el triunfo; de la misma manera que la utilización de la pólvora y los renovados sistemas de fortificación derivaban en la guerra de sitios, lo que provocaba el declive de la caballería como instrumento básico del combate. Es así como el predominio de estrategias de desgaste, que absorbían los recursos en hombres y material, y la necesaria y costosa preparación logística se fueron imponiendo al socaire de la consolidación de los nuevos Estados. La complejidad y diversidad que tal proceso supuso en las esferas políticas de los diversos Estados europeos y sus relaciones la hace patente el profesor A. Corvisier cuando señala que "en términos generales, en Europa Occidental y Central, los ejércitos reales de la época moderna, surgidos a partir de los ejércitos feudales, no pertenecieron al rey, verdaderamente, sino al final de una evolución bastante larga".
 
 
 
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     Es así como en la construcción de los Estados en lo que comúnmente consideramos política y culturalmente como la Europa del Barroco, en el ámbito de los siglos XVI y XVII, se pueden distinguir ciertas formas de Estado. En primer lugar, aquellos Estados en los que la Corona se afirma como poder supremo. Ese es el caso de la monarquía española, en donde las cortes castellanas, que desde el año 1538 no incluían a los estamentos privilegiados (Nobleza e Iglesia), dejaban de ser convocadas después de la muerte de Felipe IV en 1665, a diferencia de los Estados de la antigua corona aragonesa, en los que las Cortes, aunque convocadas mucho más escasamente, se mantendrán vigentes durante el resto de la centuria. En Francia, aunque no fueron formalmente abolidos, los Estados Generales dejarán de convocarse a partir del año 1614, no volviendo a ser reunidos hasta la Revolución de 1789, manteniendo su actividad sólo ciertos Estados Provinciales (Borgoña, Provenza, Languedoc, Delfinado o Bretaña). En Bohemia, tras la batalla de la Montaña Blanca (1620), el absolutismo se ejercerá sin límites, mientras que éste fue una realidad en la Inglaterra del siglo XVI.
 
 
 
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     En otros casos no encontramos con Estados en los que las asambleas llegarán a afirmar su soberanía. En esta ámbito tres organizaciones políticas fueron especialmente significativas: la monarquía polaca, en donde la Dietaconstituida por los representantes de la nobleza controló el poder de la Corona; Inglaterra, monarquía en la que el Parlamento durante el siglo XVII pugnó por restaurar la soberanía y la consolidó definitivamente tras la Revolución de 1688; y la república de Holanda que con la Paz de Westfalia, rubricada el año 1648, obtenía finalmente  su independencia de la monarquía española. Un caso peculiar como prototipo de Estado es el representado por las repúblicas italianas. En su obra La formación del Mundo Moderno, el historiador Alberto Tenenti lo explica en los siguientes términos "Las signorie y los regímenes principescos, que se instauraron desde, por lo menos, principios del siglo XIV, ofrecen un nuevo modelo de poder político: el de un príncipe aceptado, no por su legitimidad, por vínculos de vasallaje o siquiera por adhesión colectiva, sino porque se presumía que desempeñaba la función soberana por encima de los intereses particulares". Significativa es, por otra parte, la organización política que representa el Sacro Romano Imperio Germánico, en el que los fundamentos políticos del poder medieval -"Imperio" y "Papado"- se encuentran en contradicción con las nuevas representaciones políticas del poder que caracterizan la construcción de los Estados en el periodo de tiempo al que hacemos referencia, ya que en el Imperio alemán la Dieta (Reichstag) no representaba ni a individuos, ni a estamentos, sino a Estados, principados y ciudades. Otros Estados, por el contrario, mostrarán a lo largo de los siglos XVI y XVII distintas alternativas del poder, como es el caso de varios estados alemanes, o los casos de Dinamarca, Suecia o Rusia.
 
 
Razón de Estado, pensamiento e ideología
1902 Claves teóricas e instrumentos del Estado en la Edad Moderna Párrafos 1-5 de 5
   
Fecha modif. 25-09-2008